Historia Provincial Malagueña

Amigos visitantes, con estas páginas que siguen pretendo dar a conocer un poco de la riquísima y variada historia del paisaje y del paisanaje de la siempre sorprendente provincia de Málaga.

Espero que les aproveche y gracias por acercarse a estas líneas.

viernes, 20 de octubre de 2017

BREVE BIOGRAFÍA DE D. MANUEL FERRER Y FIGUEREDO, OBISPO DE MÁLAGA 1785 - 1799.

   Nació nuestro Obispo en la ciudad de Granada, el trece de julio de 1729, siendo bautizado en la Parroquia de Santiago. Fueron sus padres Martin Ferrer, gobernador de la villa de Costela de la Frontera, y doña Dionisia Figueredo. 

   Tras realizar los estudios primarios, pasó a estudiar Cánones y de Jurisprudencia en el Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago de su ciudad natal.

   Tras aprobar con nota, ocupó en la Universidad granadina varias cátedras, con gran aprovechamiento de sus discípulos, y en propiedad logró obtener la de Sexto y Clementinas.

   Más no solo fue profesor, sino que también ocupó otros cargos de importancia, como los de Fiscal de Testamentos, Patronatos y Obras Pías y del Real Hospicio. En reñido concurso obtuvo el Beneficio de San Justo y Pastor, y actuó en el expediente de beatificación del venerable padre Manuel Padial.

   Al ser nombrado Obispo de Málaga el señor don José Franquis Lasso de Castilla, este, conocedor profundo de los méritos de nuestro hombre, le hizo su Provisor, y una vez con este empleo, tomó posesión de la diócesis en su nombre el 15 de septiembre de 1756, quedando como Gobernador interino de la Diócesis hasta la llegada del nuevo Obispo.


Escudo del Obispo Manuel Ferrer y Figueredo

   Como hombre de estudio que era, no los quiso olvidar y, así,  obtuvo el 17 de junio de 1763 la beca de Colegial Mayor de Cuenca, en la ciudad de Salamanca.

   El primero de noviembre de 1763 resultó elegido Abad de la Real Colegiata de San Ildefonso de la Granja, en Segovia.

   El Rey, deseoso de favorecer a nuestro hombre, por el que sentía gran interés dadas sus buenas cualidades, obtuvo del Papa el catorce de julio de 1765 su nombramiento como Arzobispo de Edesa, "in partibus Haereticonim", ciudad que se hallaba, como toda la Siria en poder de los otomanos.

   Enorme fue la alegría que se experimentó Málaga al conocese la noticia de este nombramiento, por lo que se acordó celebrar fiestas que expresaran a D. Manuel el cariño y la consideración que merecía a los malagueños.

   Varios escritores contribuyeron al esplendor de las mismas, y muy en particular el poeta Pablo Ferrer y Ortega, quien escribió en octavas reales una descripción, la cual dedicó al Obispo señor Franquis, colocando en la primera página el siguiente soneto acróstico de píe forzado que solo a título de curiosidad reproducimos:

SONETO

A l amparo, señor de tu grandeza
I ntenta a sí mi musa desgraciada
L legar torpe, esperando confiada,
U n perdón de su intrépida rudeza.

S i el asunto merece sutileza,
T emo dejar su empresa desfraudada;
R ecíbase el amor prenda estimada,
I borrará el defecto da la fineza.

S ol nace el Gran Ferrer. —i Oh qué fortuna !—
I de Edesa la mitra le corona:
M álaga más dichosa que ninguna,
O bsequios rinde, júbilos pregona:
S iendo el matiz que honroso en todo brilla,
D on José Franquis Lasso de Castilla

   La noticia llegó a Málaga el veintidós de julio de 1765, aunque el nombramiento tenía la fecha del anterior día catorce.

    Con este importante motivo, el Obispo Franquis celebró en el oratorio del palacio episcopal una solemne fiesta religiosa, a la que concurrió lo más distinguido y principal de Málaga. Los Capellanes, por su parte, organizaron una comida, a la que asistieron todo el personal del Cabildo Eclesiástico, Secretaria Obispal y Provisorato.

   El día veintisiete, los alumnos de la Compañía de Jesús salieron en procesión, llevando un carro triunfal, con una inscripción alusiva, encerrada en marco de talla. El anteriormente citad poeta, describe así el carro:

   En su carro triunfal fue colocada, Mongibelo de antorchas en su esfera, con seis volantes dentro custodiada, cuyo especial primor no se exagera. De una música acude acompañada, paseó del distrito la carrera, siendo el Viva en las calles y balcones un grito sin cesar de aclamaciones.

   La comitiva llegó al Palacio Episcopal, que estaba profusamente iluminado, así como la mayor parte de los edificios de la población.

El poeta añade:

Un volcán, un incendio, un Etna ardiente
parecía el Palacio iluminado:
con damascos y espejos diestramente
en toda su extensión entapizado, (...)

   Al siguiente día hubo fiestas populares, en las que tomó parte el Ayuntamiento, las cuales tuvieron su culmen en los excelentes fuegos artificaleso que se quemaron en el alveo del Guadalmedina.

   Por su parte, la función religiosa fue en extremo solemne. La misa fue oficiada por el Rector de la Compañía, y mientras se cantaba el Te Deum cayeron sobre los asistentes al acto lluvias de aleluyas dedicando elogios al señor Ferrer. 

   Dichas aleluyas fueron compuestas por diversos poetas admiradores de D. Antonio Ferrer y Figueredo. A dicha ceremonia religiosa concurrieron el Obispo de la diócesis, la Nobleza y las Milicias.

   Pusieron fin a las fiestas de aquel día un gran banquete, el cual fue calificado por un cronista de "espléndido y delicioso"y con un concierto, del que fue director el maestro José Muñoz y Raso.

   Uniéndose a la general alegría, la parroquia de los Santos Mártires celebró otra función religiosa, y dio una comida a los pobres de la ciudad. La fachada de la iglesia apareció iluminada.

   Bien. En junio de 1777 nuestro hombre fue promovido a la mitra de Zamora, de la que tomó posesión el cinco de octubre del mismo año y donde permaneció por espacio de siete años.

   En veinte de agosto de 1784,  Carlos III le propuso para la diócesis de Málaga, despachándose las Bulas el catorce de febrero de 1785. Tomó posesión, en su nombre, el Deán Francisco Enríquez y Luna el once de abril siguiente, y verificó su entrada pública en la tarde del siete de mayo, recibiéndolo el pueblo malagueño con grandes demostraciones de júbilo.

   El paso del señor Ferrer y Figueredo  por este Obispado dejó recuerdos y obras inolvidables, de los que destacaremos los siguientes:

- creó obras pías, como la del reparto continuado de limosnas con las rentas de los frutos de una finca,
- escribió notables pastorales y opúsculos,
- estableció en 1786 el Jubileo Circular de las Cuarenta Horas para adoración del Santísimo Sacramento,
- fomentó la fundación de escuelas para niñas y niños pobres,
- donó ricas alhajas a la Santa Iglesia Catedral,
- el veintitrés de Abril de 1786 inicia la visita pastoral, comenzando por Vélez,
- en 1789 tomó parte en la fundación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga, de la cual fue nombrado primer presidente,
- en Octubre de 1787 inauguró el nuevo convento de las religiosas de la Aurora,
- en 1796 inauguró el nuevo templo de las religiosas bernardas de la Encarnación,
- en 1799 se erige el Colegio de los seises,
 - merced a su intercesión logró que el santo capuchino Fray Diego de Cádiz predicara más de una vez en Málaga en época de misiones, y
- puede decirse que no hubo menesteroso que llegara hasta su Palacio en demanda de una limosna, que no saliera de él deshaciéndose en elogios y bendiciones para el señor Ferrer y Figueredo.

   Tras enfermar, rápida fue la dolencia que le llevó al sepulcro, pues el veintiuno de julio de 1799 entregó su alma este Obispo ilustre, al cual lloró Málaga entera, siendo enterrado en la Catedral el siguiente día veinticuatro.

IHPMalagueñas
Málaga - 2017                                                                                                                                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario